VISIÓN DE LUZ AMPARO, SEGÚN EL MENSAJE DE PRADO NUEVO DEL 12-2-1982
LUZ AMPARO:
"Jesús se retuerce en la
Cruz, ¡cómo está! Está todo ensangrentado, le han quitado la ropa a tirones;
están repartiéndosela. Hay cuatro hombres. La túnica la quieren los cuatro, se
están peleando por ella. Coge uno una moneda y les dice: “A ver si adivináis qué
cara sale”. Lo adivina uno; es el más gordo; le ha tocado la túnica; se ha
quedado con ella. Los otros quieren también la túnica, pero uno, riéndose, le
dice: “Quédate con ella, vístete de rey”. Se la pone y los otros tres empiezan a
reír. “Mira —dice uno—, si se parece al Nazareno. ¿También haces milagros?”. Y
se ríen los cuatro. ¡Ay, cómo está Jesús, Dios mío!, se está muriendo. ¡Ay, ay,
Dios mío, ay, qué dolores tan grandes siento! ¡Ay,
qué dolores, Madre mía! ¡Qué negro tiene el cuerpo el Señor! ¡Qué dolores siento
tan horribles! ¡Ay, ay, ay, qué dolor! ¡Ay, qué dolor! ¡Ay, cómo abrasa el Sol,
qué dolor tan horrible!... Se está nublando el Sol, ¡ay!, parece que va a
llover. ¡Qué oscuro se está poniendo, qué truenos! ¡Ay! No se ve, hay mucha
niebla, ¡ay! La gente corre, ¡cómo corre la gente! Hay muchos truenos; el Señor
se está quedando solo, nadie le hace caso. ¡Oh, Dios mío! El Señor dice: “Todos
me abandonan”. La Virgen se agarra a la Cruz, está llorando amargamente. ¡Ay,
qué dolor! ¡Ay, está llorando!
El Señor la
mira; hay otras dos mujeres con Ella; se abrazan a la Cruz. También hay un
hombre con el pelo muy largo. No sé quién es. Coge a la Virgen por los hombros y
la abraza. Dicen que es Juan, ¡ay! El Señor dice a la Virgen: “Mujer, he ahí a
tus hijos”. Y luego dice: “Hijos, ahí está vuestra Madre,
cuidadla”.
El Señor se
está muriendo. Ahora sí que se está muriendo. ¡Qué dolor! Siento mucha sed. Él
también tiene mucha sed; por eso dice: “Tengo sed”. Mojan un trapo en la vara
del látigo en un vaso que tiene un líquido como vino; lo mojan y se lo ponen en
la boca. ¡Ay, qué malo está! ¡Ay, qué malo! Pero, ¿cómo le dan eso? Pero ¡qué
malos son!, ¿cómo le dan eso? El gordo ese, ¡qué malo es! No darle ni un poquito
de agua... ¡Ay, Dios mío! ¡Oh, pobrecito, qué mal está! ¡Ay, Dios mío, qué pena!
El Señor abre la boca, tiene mucha fatiga, se está muriendo. ¡Ay, qué fatiga!
¡Ay, qué fatiga! ¡Ay, qué fatiga! El Señor dice: “Todo está consumado. Padre
mío, Padre mío, ¿por qué me has abandonado? En tus manos encomiendo mi
espíritu”".
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