LOS NOVÍSIMOS: MUERTE, JUICIO, INFIERNO Y GLORIA(4)
El infierno es creación del demónio (así lo dice el Catecismo en (391, y 395.)
Del demonio y del hombre, que no se deja salvar y perdonar por Dios; de
modo que el misterio está en todo cazo, en la manera como Dios respeta la
voluntad del hombre.
Esta claro que Dios no ha querido otra cosa que la salvación del hombre.
(1Tim.2,4.) (1Jn.4,8.)(Jn.3,16-18.)
Estos textos no pueden ser más significativos, Dios no ha tenido más que
una voluntad; salvar a todos los hombres en Cristo. El que no cree en
Cristo se aparta y el que se aparta de la salvación, se condena. El infierno,
repetimos es creación del demonio y del hombre, NO DE DIOS.
El Antiguo Testamento habla repetidamente del infierno sin nombrarlo así,
se le dice sheol en el que se van diferenciando niveles, se percibe que
los fieles saldrán de el mientras los impíos quedaran definitivamente allí.
(Salmos.16.49 y 73.) y (Sab.4,19. Y 3,1 al 10.)
En el Nuevo Testamento las palabras de Cristo no dejan lugar a duda sobre
la diferencia de la suerte que corren los justos y los impíos en el más allá.
(Mat.13,49) (25,30. 31 y ss.)
Este fuego del que habla Mateo es eterno, de modo que el infierno
constituirá el tormento eterno; mas los justos a la vida eterna.
(Mat.25,46)
Comentaba el cardenal Ratzanger a propósito de estos textos, "que no hay
justificación que valga ", el dogma está en terreno firme cuando se
habla de la existencia del infierno y de la eternidad de sus penas.
La definición del infierno aparece en el concilio de Letrán en el año 1.215,
y dice así:
"Todos los cuales (los difuntos) resucitarán con los propios cuerpos que
ahora tienen, para que reciban según sus obras, ya hayan sido buenas o
malas, los unos con el diablo, penas perpetuas y los otros con Cristo,
Gloria Sempiterna”.
Sobre que la condena es eterna se expresa tambien en el Vaticano II,
en el Credo del pueblo de Dios y en el Catecismo de la Iglesia,
C.E.C. 1.034.)
La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios,
en quien unicamente puede tener el hombre la felicidad y la vida para que
ha sido creado y a la que aspira.
Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acogerse al amor
misericordioso de Dios, significa estar separado de El para siempre
por nuestra propia libertad de elección. Este estado de auto—exclusión
definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se
designa con la palabra Infierno.(C.E.C. 1.033.)
El hombre moderno presenta dificultades ante esta doctrina de la
Iglesia. Frecuentemente se dice que no se puede creer en el infierno,
si es que creemos en un Dios misericordioso. ¿Que Dios puede ser el que
castiga para toda la eternidad?
La primera respuesta seria, que el infierno sólo se puede entender como
la situación de aquellos, que se autoexcluyen del perdón de Dios, aquellos
que en su soberbia, no quieren arrepentirse de sus pecados y no
se dejan perdonar por Dios.
(SEGUIRÁ)
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