martes, 24 de marzo de 2020

JESUCRISTO ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA


24-3-20
Ayer no comenté el Evangelio porque tuve que hacer los deberes y entre unas cosas y otras, se me hizo tarde.
Esa actividad me ha servido para comprobar que la mayoría de los seres humanos tienen un deseo grande de ser buenos. Como fue necesario salir, tuve dos momentos de dificultad, y a pesar de encontrarme con muy pocas personas, dos fueron prestos ayudarme.
¡Ay, si la gente conociera más a Dios! El mundo cambiaría. Dios es tan bueno, que está deseando que el hombre recurra a Él para volcarse presto en nuestra ayuda. No lo dudéis. Dice San Juan que Dios es AMOR, y su fábrica de Amor surge a borbotones hacia sus hijos. La Biblia está plagada de su Misericordia. ¡LLEGA HASTA MENDIGAR AMOR! “Venid, entendámonos, dice Yavé. Aunque vuestros pecados fueran como la grana, quedarán blancos como la nieve...” (Is.1,18)
En el Evangelio de ayer y hoy, lo vemos con claridad una vez más, curando al hijo del funcionario real y al paralítico de la piscina de Betesda, para demostrarnos que en Jesús está la plenitud de la Divinidad, haciendo estos milagros intantáneamente, en el acto quedan curados.
Salvo a nuestros Pastores y a leales discípulos de Jesucristo, no se oye decir en estos momentos de la pandemia mundial, a nadie: “Señor, ayúdanos, que te necesitamos porque somos pecadores.”
Todas las manifestaciones que se están llevando a cabo por la ciudadanía, tienen un valor sentimental para animarnos unos instantes, que sí, sirven de estímulo, pero que se quedan ahí.
Propongo que a la hora de los aplausos, los creyentes también aplaudamos con el corazón a esas personas que están luchando por nosotros, pero que lo completemos con un PADRENUESTRO, en voz alta. Que sepa Nuestro Padre que le necesitamos.
Porque si no hay conversión, aunque sea incipiente, no nos vendrá Su Misericordia con fuerza para erradicar esta plaga mundial. Si lo conseguimos, podía ser el comienzo de una nueva revolución catequística, porque tenemos,
¡UNA NECESIDAD IMPERIOSA DE HABLAR MÁS DE JESUCRISTO.!
ES LO QUE HIZO CAMBIAR EL MUNDO, Y SI NO LO HACEMOS PARA QUE VUELVA A CAMBIAR, ESTAMOS AVOCADOS AL DESASTRE.



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