CARIDAD.1
20.1.21
Amor, amor, amor... Cumbre y fin del cristianismo. Jesús nos dijo: "En esto reconocerán todos que sois discípulos míos, si os tuvieseis amor unos a otros". De las tres virtudes, es la que nos acompañará siempre, e irá con nosotros a la otra vida. Será nuestro estandarte y pasaporte para el Cielo.
Es un tema tan apasionante y delicado, que voy a tomar las enseñanzas del teólogo y Padre Torres: (Los Caminos del Espíritu)
Decimos que para que el amor sea puro hay que poner el corazón en Dios sólo, que hay que poner el amor en sólo Dios. Pero el Padre Torres dice que hay que desgranar esta expresión. El amor es el centro de la vida del alma, y de ese centro brotan los sentimientos del alma, que no son más que distintas formas del amor; diriamos que están dominados, invadidos por el amor; porque cada alma desea aquello que ama y en su posesión se goza; si algo teme, es perderlo, y en su pérdida se duele.
Bueno, pues para conocer si nuestro amor es puro hay que llegar al anánlisis de estos sentimientos nuestros, seguir la pista de nuestros deseos, penas, gozos y temores, y examinarlos para ver si proceden y van ordenados únicamente al amor de Dios, a sólo Dios.
Se pierden las fuerzas del amor si se derraman por otros senderos que no sea el cauce Divino.
De aquí nacen los deseos de cosas concretas; se nos mete en el alma el sofisma de que deseamos estas cosas porque nos llevarán a Dios, cuando no es así. Si así fuera, no seguirían arrastrando nuestro corazón cuando Dios manifiesta que no las quiere para nosotros. Todo ello se traduce en un amor imperfecto, un amor que no es puro.
Compara el Padre Torres, en estos casos, el estado del alma, como el huerto que es invadido por la noche por raposillas, que lo dejan con frutos menos abundantes y puros como prometían.
Aconseja trabajar con mortificación generosa en todo lo que amengüe de alguna manera la pureza del amor. Dios nos ofrece la posibilidad de trabajar con tesón hasta extirpar todas las desviaciones de nuestro corazón, hasta conseguir que se vuelque en Dios todo su caudal íntegro, para que pueda Él llevar a término su obra en nosotros, aunque tengamos que comenzar por arrancar malezas, desarraigar espinas y limpiar el huerto.
Yo quiero levantaros, dice el Señor, a una altura más divina. Yo quiero recomendaros un amor sobrenatural, y el amor que Yo os pido es éste: que hagáis lo que los hombres no son capaces de hacer; que améis aun a aquellos que os hacen mal, que oréis por aquellos que os persiguen y tengáis en vuestros labios siempre una bendición para aquellos que os maldicen y calumnian.
Me viene ahora el recuerdo de la recomendación que me hizo el Padre Alfonso (confesor de Luz Amparo) a una consulta que le hice en su Iglesia de Madrid, relacionada con las diferencias que tenía con una persona sobre una cita del Evangelio. Después de aclararme la pregunta, dijo: “hijo, háblale con caridad, que tus palabras estén llenas de caridad”. Insistió varias veces.
AMOR, UNIÓN Y PAZ.
(SEGUIRÁ)
M.S.G.
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