viernes, 15 de enero de 2021



LOS NOVÍSIMOS: MUERTE, JUICIO, INFIERNO Y GLORIA (5) 

15-1-21

(CONTINUA)

Dios hace milagros con la persona que se arrepiente, pero no puede salvar al que no quiere salvarse...; Es la soberbia la que condena al hombre. 

Para el hombre moderno es más fácil creer en un Dios abuelo que todo lo perdona, porque el hombre no conoce la hondura del pecado y termina haciéndose un Dios a su medida y se atreve a llevarlo a su tribunal. Pero olvida que de ese Dios que murió en la Cruz por nosotros, no se puede dudar pero tampoco se puede abusar. 

El que se rie de ese Dios que se dejó crucificar, vejar, torturar, ser objeto de mofa en la Cruz y se rie del perdón que nace de esa Cruz, se cierra la única puerta que hay de salvación. 

Decía el Papa Emérito Benedicto XVI, cuando era el cardenal Ratzanger: "La perdición se debe a la permanencia en lo propio". 

El infierno no es para aquel que tenga capacidad de arrepentimiento, Dios hace milagros con él, es el milagro de una salvación gratuita que no pide otra condición que un corazón humilde y arrepentido.

REENCARNACIÓN 

Se ha extendido por Occidente la idea de la reencarnación, según varias encuestas muchos de los europeos aceptan la reencarnación. Esta idea es propia de religiones como el induismo y el budismo. 

Ellos dicen: El que no ha conseguido la purificación, tiene que reencarnarse según la ley del Karma (la ley de las acciones en la vida.) La reencarnación será más o menos digna según haya sido la propia vida, hasta conseguir la perfección y unirse con Brahma. 

Según el Padre Sayés, esta creencia supone en muchos casos la posibilidad de seguir creyendo en el más allá, pero rehuyendo el encuentro con un Dios que nos puede juzgar. 

La idea de la reencarnación choca con las ideas fundamentales del cristianismo, cito algunas: 

1ª.— Según la fe cristiana está establecido que los hombres mueran una sola vez, después viene el juicio.

En el más allá se da una retribución inmediata a la muerte que es irreversible. (2 Cor.5,1O.) 

2ª.— La teoría de la reencarnación supone que el alma usa el cuerpo como mero instrumento, del que termina librándose definitivamente, mientras que el cristianismo valora el cuerpo material, al que salva en la resurrección. 

Cristo toma una carne y resucita con ella, y con ella vendrá al final de los tiempos y el encuentro con Cristo será el fin definitivo. 

3ª.- La teoría de la reencarnación pretende que el alma se salva por sus propias fuerzas, sin el auxilio de la redención y la gracia de Cristo. 

(SEGUIRÁ) 

M.S.G.


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