jueves, 2 de mayo de 2019

LOS NOVÍSIMOS:  MUERTE, JUICIO, INFIERNO Y GLORIA(2)
Nada como esto revela la crisis que padece hoy en dia nuestra fe. Hemos sido 
creados para el Cielo, y ponemos cara de resignación ante lo único que puede 
llenar al hombre en sus aspiraciones más profundas.
No sabe que cuando veamos a Dios, el hombre tendrá ante sí la Verdad, 
la Belleza y la Bondad Infinita, de modo que solo entonces no necesitará 
ni deseará jamás otra cosa.                      
Por fin habrá colmado su anhelo definitivamente, ese anhelo que le hace pensar 
en una busqueda continua, que no acaba, pues tiende al infinito.
SAN AGUSTIN: "Nos has hecho Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto
 hasta que descanse en ti." Y no será posible el aburrimiento, dado que este 
solo se da cuando el objeto de nuestro disfrute es limitado, porque llega el
 momento en que no hay secretos ni sorpresas.
Con Dios, Verdad y Belleza Infinitas, el hombre tendrá la sensación de una
 plenitud infinita, pero siempre nueva, pues no podrá acabar nunca 
con su disfrute por lo infinito de Dios.
NOTA: Había un monje de Navarra que pensaba que el Cielo era aburrido.
 Paseando por los alredores del Convento vió una cascada de agua y oyó 
cantar a un pajarillo. Se estaba tan bien allí que se quedó dormido. Cuando 
despertó volvió al Convento y no le conocían. Como insistía que había salido 
a pasear hacía poco tiempo y dió su nombre, buscaron en los libros de la
 Abadía y encontraron que efectivamente hacía 300 años hubo allí un fraile 
de tal nombre. Entonces comprendió lo que es el Cielo. (Padre Sayes).
El Concilio de Florencia 1.305 definió que hay grados de perfeción en el Cielo.
 Pero cada grado corresponderá a la capacidad de cada cual, estando
 plenamente saturada de la capacidad de todos.
El cristiano tiene que soñar en el Cielo porque sabe que es la felicidad 
auténtica para la cual hemos sido hechos. Se debe meditar en él, 
deseándolo profundamente, preparándose para el día a día, luchando contra  
el pecado, que es lo único que nos privará de alcanzarlo.
EL PURGATORIO.
Decía Benedicto XVI que si no existiera el purgatorio, había que inventarlo,
 porque hay pocas cosas tan estontáneas, tan humanas, tan universalmente
 extendidas, en todo tiempo y en todas culturas, como la oración por los
 propios allegados difuntos.
Pero ocurre además que el purgatorio tiene una clara razón de ser, como 
veremos. La Iglesia no ha dejado nunca de creer en el purgatorio, a lo largo 
de la historia, no solo porque lo dicen la Escritura y la Tradición, que es lo
 primario, sino que por una reflexión puramente humana nos hace conscientes
 de que los que mueren en gracia, pero insuficientemente purificados 
han de hacerlo, purificándose para el encuentro definitivo con Dios.
No puede gozar de la visión de Dios el que lleva dentro de sí alguna sombra
 de pecado, pues ello mismo imposibilita la plena comunión con Dios.
(SEGUIRÁ)

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