DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA...
El versículo 11 del capítulo 6 de San Mateo contiene la cuarta petición del Padrenuestro, y dice así: “Danos hoy nuestro pan de cada día”.
La palabra pan se emplea en las Escrituras como sinónimo de sustento corporal. Todo lo que sirve para el sustento corporal se expresa a veces de modo genérico con la palabra pan, que es lo que pedimos en el Padrenuestro para el día de hoy.
¿Por qué no para siempre o, al menos, para mañana?
Para que nuestra oración estuviera llena del espíritu del Sermón de la Montaña, en que se nos recomienda que no andemos solícitos por la comida o por el vestido, sino que llenos de confianza vivamos pendientes de nuestro Padre Celestial.
Jesucristo, nuestro Divino Maestro, nos enseñó a pedir de modo que no hubiera en nuestra oración solicitud desordenada por las cosas temporales, limitando nuestras peticiones al momento presente y dejando el mañana en las manos de Dios.
Decía San Pablo a su discípulo Timoteo: “Teniendo qué comer y con qué cubrirnos, eso nos basta...”(1Tim.6,8-9)
Algunos piensan que esta petición se refiere al sustento espiritual y principalmente a la Eucaristía.
La respuesta a semejante cuestión no es dudosa ya que, sin ningún género de duda, se refiere al sustento corporal.
La primera razón está en la tradición eclesiástica, pues la inmensa mayoría entienden estas palabras como sustento material, aunque lo de espiritual provenga del uso del Padrenuestro en la Santa Misa de los tiempos antiguos.
Examinando atentamente el Santo Evangelio, se ve que estas palabras de Nuestro Señor se refieren exclusivamente al sustento corporal.
Pero es más; nosotros cuando pedimos el sustento espiritual, ¿podemos contentarnos con pedir los bienes espirituales necesarios para el momento presente, o tenemos la obligación de preocuparnos de pedir al Señor lo que hemos de necesitar en toda nuestra vida?
Cuando se trata del bien espiritual de nuestra alma, tenemos la obligación de andar hambrientos y sedientos, de pedir sin medida y con una santa codicia.
Pero cuando se trata de cosas materiales, estamos obligados a pedir a Dios con desprendimiento, parcamente, con abandono en sus manos y a contentarnos con el sustento preciso para el día de hoy, porque eso es demostrar desprendimiento de las cosas terrenas y abandono en las manos de Dios Nuestro Señor.
Si hubiera querido el Señor hablarnos aquí del sustento espiritual, ciertamente no nos hubiera mandado pedirlo con las palabras “dánosle hoy”, sino más bien con estas otras: “dánosle siempre”.
Cuando rezamos el Padrenuestro no podemos prescindir de recordar la miseria en que se encuentran muchos de nuestros hermanos; y al pedir a Dios por las miserias temporales de los que se llaman hermanos nuestros, hemos de pedir para ellos el pedazo de pan que cada día necesiten.
Es practicar la caridad, sabiendo que existen almas atormentadas por miserias materiales, y se pide a Dios el remedio de ellas.
Dios, en su misericordia infinita, oirá nuestra petición y nos otorgará el pan cotidiano que pedimos para nosotros y para nuestros hermanos como obligado viático de nuestro penoso camino hacia el Cielo.
AMOR, UNIÓN Y PAZ
(De Lecciones Sacras del Padre Torres, tomo 2)
M.S.G. 2-11-25 – CONTINUAREMOS CON: “...PERDONA NUESTRAS...”

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