viernes, 21 de noviembre de 2025

 


LA OBEDIENCIA (Y 3)

  • Como final de este pensamiento, termino con lo que el Padre Torres llama a tener más miedo: a los formulistas.

  • Dice el Padre que, cuando las almas son difíciles, cavilosas y lacrimosas en la obediencia, no es difícil que se engañen a sí mismas envolviendo todo esto en fórmulas irreprochables.

  • No acabaríamos nunca si quisiéramos enumerar todas las sutilezas que son posibles en este orden. Puede que no me creyeran si les dijese que hay quienes, con el pretexto de humillarse, marean a los que han de guiarlas, y, con el pretexto de buscar remedio, lo que buscan es que se enteren y que se ocupen de ellos.

  • Mientras no acabemos con los formulistas vacíos y vivamos la realidad de virtudes con fórmulas de buena educación o con fórmulas de palurdos, no llegaremos a lo que tenemos que llegar.

  • Si quieren llegar a la perfección de la obediencia, tienen que destruir esas tres clases de obediencia: LA DIFÍCIL, LA CAVILOSA O FILOSÓFOCA Y LA QUEJUMBROSA O LACRIMOSA.

  • Obedezcan sin enterarse que es perfecta obediencia y sintiéndose felices de obedecer.

  • Porque fíjense, el alma que llega a la perfecta abnegación es la más feliz del mundo, está de lleno en su centro, en la voluntad de Dios. Si Dios se ha de comunicar a las almas, ¿a quién se va a comunidar sino a las almas perféctamente abnegadas?

  • Les aseguro que, si se dan así a la obediencia, llegarán sin sentir a encontrarse en la perfecta humildad y en la perfecta abnegación. Y, si llegan a eso, habrán llegado a lo que Santa Teresa llamaba darse del todo a Dios. Entonces verán lo que es darse del todo Dios al alma.

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  • Durante los días que he tenido que repasar esta materia, me ha venido a la mente, recordando la historia, que los grandes y pequeños cismas de la Iglesia han sido ocasionados, además de otras consideraciones, por el incumplimiento de la virtud de la Obediencia.

  • Desgraciadamente, ningún caso grave terminó bien, todos en separación. ¿Rezarían los contemporáneos de los tres grandes cismas, para que volvieran las aguas a su cauce? Pensamos que sí, y quizás más de lo que ahora, en estos tiempos pueda hacerse, en los problemas que tiene la Iglesia.

  • ¿Sirvió de algo? Es posible que sí, pues las oraciones bien hechas nunca se pierden, y posiblemente hubiera quedado la cosa peor que sin ellas.

  • Pero tropezamos con el respeto que tiene Dios a la libertad del hombre. No la fuerza, la respeta extraordinariamente. Y así, si el hombre se empeña en ir por caminos equivocados, no los altera Dios, si no se lo permites.

  • ¡Ah, si conociéramos el final de nuestra historia, cuántos no desandarían los pasos dados por soberbia!

  • Y claro, a pesar de la oración de Jesús al Padre: “...para que sean uno como nosotros.” (Jn.17,11) está la decisión humana que elige el camino, y los grandes cismas se consumaron.

  • Si esto fue así en los grandes, ¿qué no ocurrirá en los pequeños?

  • Que el Señor os bendiga y os proteja, os libre de todo mal y os lleve a la Vida Eterna. Amén.

  • M.S.G. - 22-11-25. FINAL


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