...HÁGASE TU VOLUNTAD… 2ª PARTE”
Algunos pueden pensar que los ángeles pecaron, por lo que en el Cielo también se puede pecar. Es una confusión.
El Cielo de que habla el Padrenuestro es la visión de Dios y eterna bienaventuranza, y los ángeles cuando pecaron, no habían alcanzado esa visión Divina;
por lo tanto, no poseían el Cielo de que aquí se trata, si lo hubieran poseído, no hubieran podido pecar.
Ni un ápice, ni un átomo de la voluntad Santísima de Dios se pierde allí.
La voluntad de los bienaventurados, como transformados en la de Dios, se une, se identifica con ella de tal suerte, que cuanto Él quiere y como Él lo quiere se realiza puntualmente.
Aquí en la tierra, para hacer la voluntad de Dios, tenemos que luchar con nosotros mismos, venciendo las tentaciones de pecado. ¿Quién lo consigue?
El absoluto dominio de las pasiones que tenía Cristo Jesús, y que Él otorgó a su Madre Santísima, ¿quién lo alcanza?
En el Cielo no hay esa lucha. En el Cielo, la voluntad de Dios se cumple sin contradicción y sin lucha.
Los bienaventurados sienten inmensa felicidad de ver glorificado a Dios. Se cumple su voluntad no solo en lo que Dios manda, sino en todas las manifestaciones de ello, y se cumple poniendo la criatura su propia felicidad en ese cumplimiento.
¿Qué pedimos a Dios? Pedimos que su voluntad santísima se cumpla siempre con rendimiento, generosidad y amor.
Se cumpla para que los hombres guardemos los mandamientos, para que nos dejemos gobernar por el querer de Dios, aunque para cumplirla tengamos que soportar duros combates.
Viéndonos a nosotros mismos tan lejos de nuestro ideal Divino, y viendo tan lejos a los demás, ¿cómo no repetir incesantemente, “Hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo.”
AMOR, UNIÓN Y PAZ
(De Lecciones Sacras del Padre Torres, tomo 2)
M.S.G. 30-10-25 – CONTINUAREMOS CON: “...EL PAN NUESTRO...”

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